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En su libro “Sobre la Felicidad”, el escritor inglés Roy Strong cita algunas reglas para tratar de alcanzar la felicidad. Dos de ellas se revisten de especial importancia para la época en que vivimos:
- No guardar resentimientos.
- No esperar nada de la vida.
Penas y resentimientos son cultivados por quien se ve como víctima inocente de alguna injusticia grave (http://on.fb.me/1VPPubm). Acontece que, en casi la totalidad de los casos, esto simplemente no existe en nuestro tiempo.
Siempre cosechamos lo que sembramos, más temprano o más tarde. La siembra puede hasta haber ocurrido en una vida anterior, pero la cosecha de lo que fue sembrado siempre nos alcanzará, y ella es compulsoria (http://on.fb.me/1DqEXrO).
La forma exterior de cómo se da ese rescate es lo que menos importa. Realmente importante es reconocer que, si somos golpeados en los días actuales por alguna cosa especialmente desagradable y dolorosa, entonces es porque sembramos antes algo igualmente malo, de la mismísima especie. Probablemente también hicimos otras personas sufrir, sea por incomprensión, desconsideración, orgullo herido, egoísmo, falta de una visión más amplia de las circunstancias, o cualquier otra cosa. Sembramos y cosechamos. Siempre y siempre. No hay hipótesis de cosecha sin una previa siembra del mismo tipo.
Y como estamos todos viviendo en un tiempo de rescates acelerados, no esperar nada de nuestra época y ni de las personas también es una actitud sabia, que nos puede librar de muchas decepciones y sufrimientos, estos sí, plenamente dispensables.
Estamos todos inmersos en un torbellino de retornos de todo cuanto inserimos en este mundo a lo largo de nuestra existencia, quiera que hayan sido cosas buenas o malas, generadas por nuestros pensamientos, palabras, actos e intuiciones (http://on.fb.me/1H42wH9).
Esperar de corazón abierto siempre la actitud más sensata y madura de alguien, o hasta exigir una tal actitud en todas las situaciones, aun tratándose de una persona reconocidamente buena, no es prudente ni sabio. Y ni es justo. Pues aquella persona también se encuentra en un proceso de depuración propia, dentro de la cual ella igualmente necesita reconocer sus fallas y propensiones, que se fortalecen y se exteriorizan como todo lo demás en nuestro tiempo.
El actual proceso de purificación universal acelera todo al máximo, incluso dentro de la criatura humana, sean virtudes o defectos, para que podamos reconocer ambos aún en tiempo, y librarnos rápidamente de los últimos de una vez por todas. En este proceso, no solo seremos inevitablemente afectados por algo que plantamos anteriormente, como también, si no somos suficientemente vigilantes del punto de vista espiritual, podremos hacernos instrumentos involuntarios del rescate kármico negativo de otras personas.
No guardar resentimientos y nada esperar de la vida actual. La observación de esas dos reglas básicas, aliadas a una oración profundamente intuida (http://on.fb.me/1Vp3WqC), para que nuestra visión espiritual se conserve siempre clara y límpida, permite que prosigamos con serenidad en nuestro propio proceso de purificación interior. Y si no bastan para que alcancemos la felicidad, por lo menos nos libran de que seamos tocados por la infelicidad.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)