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Cuando fue la expansión del cristianismo en el Occidente, el total desconocimiento de los evangelizadores europeos sobre la creencia en los grandes regentes de la naturaleza, los llevaron a cometer verdaderos crímenes contra los pueblos que aún conservaban este saber, con el pretexto de salvar sus almas (http://on.fb.me/1JDxbS8).
El misionario Bonifacio (675 – 754) se destacó al desencadenar una verdadera devastación en tierras germánicas durante su misión de llevar la “verdadera fe” a los paganos. En el año 723, ese Bonifacio – posteriormente elevado a santo – simplemente puso abajo el imponente “Roble Sagrado” o “Roble de Thor” de los sajones de la región de Geismar, teniendo el cuidado de utilizar la madera sagrada para construir, en el mismo local, una capilla dedicada a San Pedro.
Luego en seguida, este que vendría a ser conocido como “El Apóstol de Germania” escribió para Inglaterra pidiendo más “esplendidas copias de la Biblia, escritas en letras de oro, para que la referencia a las Sagradas Escrituras sea impresa en las mentes carnales de los gentíos.”
Podemos bien imaginar como esos gentíos encararon su conversión forzada…El historiador Peter Brown dijo que “en un recorrido de 30 años, Bonifacio dejó su ‘marca’ por toda Germania occidental, desde la Baviera hasta el punto de encuentro de las cuencas hidrográficas del Lahn y del Weser.”
Una marca cuñada con puños brutales, que, sin propósito, sacudieron violentamente aquellas cosas puras y sagradas de los alemanes de aquel tiempo. Un pueblo que, en aquella época, detenía un saber no turbado sobre los seres de la naturaleza (http://on.fb.me/1GwQqWL), porque aún podían verlos.
La violencia despropositada de Bonifacio no fue percibida y mucho menos reconocida por el papa de la época, que apenas opinó: “Bonifacio fue enviado para iluminar el pueblo germánico que aún vive en las sombras de la muerte, sumergido en el error.”
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)