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Dice la leyenda que, al sentirse en peligro, el avestruz inmediatamente mete la cabeza en un hoyo para “protegerse”. En realidad, parece que el ave apenas acerca la cabeza al suelo para escuchar mejor la aproximación de algún predador, además de estar más bien camuflada al dejar visibles apenas las partes cubiertas de plumas de su cuerpo.
No obstante, aun siendo apenas un mito, la imagen de un avestruz con la cabeza enterrada en el suelo caracteriza muy bien una actitud cobarde y tonta delante de algún acontecimiento amenazador e inevitable. Así, se puede decir que una persona que busca huir de sus problemas físicos y anímicos en el alcohol, en el juego, en las drogas, en fiestas nocturnas, o en cualquier otra cosa, es una verdadera avestruz humana, indigna de su condición de criatura espiritual.
¿Cómo ella reaccionará entonces cuando vengan los acontecimientos realmente grandes, intensos y graves, dejando patente que el tiempo previsto para el desarrollo humano expiró?… (http://on.fb.me/1dSlfiQ)
Ya es hora de que los seres humanos de buena índole escuchen con atención el suelo de sus almas a través de la intuición- y también de su ambiente a través de los acontecimientos progresivos-, para que estén aptos a subsistir cuando los últimos vendavales de la reciprocidad barran el planeta y los corazones con ímpetu inimaginable.
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