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La palabra que expresa vanidad en hebreo es “hebel”, que tiene el sentido de “cerrazón”, “niebla densa”. Una persona vanidosa por cualquier motivo parece realmente estar dentro de una niebla particular, que solo le permite reconocer y apreciar a sí propia.
La vanidad es aparentada de muchos males. Ella es madre de la arrogancia, prima del orgullo y hermana de la prepotencia (http://on.fb.me/1OPv7GO).
Quien sufre de orgullo está impedido de reconocer sus propias fallas y limitaciones. El afectado por la prepotencia se juzga superior a todo y a todos, sin serlo, en cualquier circunstancia. El infectado por la arrogancia siempre se arroga libre de ella, aunque nunca deje de apuntar ese defecto en sus semejantes (http://on.fb.me/1xodREw).
Orgullosos, prepotentes y arrogantes alimentan continuamente la vanidosa niebla personal en que viven sumergidos, soñando con sus ilusiones oriundas de la fantasía. Y, con eso, la neblina particular de cada uno de ellos se va haciendo cada vez más espesa, impidiéndolos de ver y sentir la realidad de la vida que pulsa alrededor.
Así, ellos mismos se privan de reconocimientos más amplios, que podrían ayudarlos a ver a sí mismos como realmente son, y remodelar aún en tiempo sus personalidades endurecidas.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”.
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