Reading time: 3 minutes
A medida que el cuerpo terreno crece y madura, la composición de la sangre se modifica y, con eso, cambia también la irradiación de la sangre.
Entre otros efectos, la irradiación de la sangre comporta los tipos de temperamentos que el individuo presenta durante su vida, que son básicamente cuatro: “sanguíneo” en la edad infantil, “melancólico” en la juventud, “colérico” en la edad adulta y “flemático” en la vejez. La composición de la sangre no se modifica de forma abrupta en el cuerpo humano, pero si paulatinamente, incluso pasando por composiciones intermediarias, que también implican temperamentos que están a medio término entre los cuatro básicos.
Nadie pasa del temperamento sanguíneo para el melancólico de la noche para el día, al contrario, eso ocurre gradualmente, así como también en relación a los demás temperamentos básicos. Muchos padres ya notaron como sus hijos preadolescentes, por veces, toman un aire de profunda seriedad, pero aún duermen abrazados a un osito. Ellos están pasando por los periodos intermediarios de cambio de la composición sanguínea.
No es difícil percibir características bien destacadas de los cuatro temperamentos, que funcionan como divisores entre las principales fases de la vida terrena, análogas a las estaciones del año. El niño sano, por ejemplo, que de un modo general es alegre y despreocupado, siempre con mucha energía para correr y jugar, actúa así debido al temperamento “sanguíneo”, generado por una bien determinada composición de su sangre en esa fase inicial de su vida. El estado soñador y lleno de idealismo de la juventud no corrompida adviene del temperamento “melancólico”, mientras que la disposición para la acción en los adultos proviene del temperamento “colérico”. Por fin la serenidad de la vejez se origina del temperamento “flemático”.
Seguramente nadie encontraría razonable ver un adulto jugando de esconderse o un joven meditando sobre significativas vivencias pasadas y de ellas sacando enseñanzas para el futuro. Cada fase de la vida está relacionada a un bien determinado temperamento, que es lo más provechoso justamente para aquella fase, lo cual es dado por la alteración de la irradiación de la sangre, decurrente de la modificación de su composición.
En la adolescencia, época de la pasada del temperamento sanguíneo para el melancólico, el irrumpir de la fuerza de genero sexual, en conjunto con las irradiaciones del alma, provoca una tal modificación de la sangre, que su irradiación así alterada permite, por la primera vez, la actuación plena de la voluntad espiritual consciente para fuera, por medio de la intuición, hasta la materia física.
Se puede decir que es en la época de la adolescencia que el espíritu humano “nasce” para su actuación aquí en la materia. Antes él no podía hacer eso, porque su instrumento, el cuerpo terreno, aún no estaba plenamente maduro, no estaba “listo” por así decir.
(Conozca la literatura del Grial publicada por la Ordem do Graal na Terra.
Ingrese a: http://bit.ly/1u52cG0.)