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La búsqueda por el par perfecto, la mitad exacta de la naranja. No son pocos los que pasan por la vida buscando con ahínco su alma gemela, única capaz de traer la anhelada felicidad en el amor. Una búsqueda incesante, constante, segura, y…en la mayoría de las veces, frustrante. Por más que se busque, parece que nadie consigue cumplir todas nuestras exigencias fundamentales, cuidadosamente estipuladas. Actualizamos y perfeccionamos continuamente la lista básica de las condiciones previas, tan necesarias, y la fijamos en la memoria de manera a nunca poder ser olvidada. Ella se queda ahí, siempre en la punta de la lengua, lista a desechar cualquier candidato que no atienda al menor de los requisitos.
Pero esos requisitos, en casi su totalidad, fueron generados por ponderaciones del raciocinio calculador, no de la intuición espiritual. Son precondiciones estipuladas por el cerebro, no por el corazón. Y, por eso, esa lista es la garantía más eficaz de que la verdadera alegría y felicidad de una vida a dos permanecerán como un sueño inalcanzable.
Aunque un candidato atendiera todas las exigencias, la felicidad no estaría asegurada, muy al contrario. Pues ellas obligan que el postulante a la otra mitad de la naranja tenga los mismos gustos e intereses, ningún defecto que nos parezca insoportable y todas las virtudes que reputamos indispensables.
Pues bien, eso es querer que alguien sea incapaz de contribuir para nuestro crecimiento como ser humano y, al mismo tiempo, impide que lo auxiliemos en su propio desarrollo.
Las virtudes complementares a ser buscadas en el otro para una vida en común, realmente útiles e imprescindibles en una unión, no son aquellas que ya fueron desarrolladas por una de las partes, pero justamente las que en ella permanecieron durmiendo. Felicidad y ascensión mutua residen en una ligazón de personas con virtudes distintas, de modo que cada cual puede auxiliar al otro a desarrollar sus propias dotes latentes.
En su obra En la Luz de la Verdad, el Mensaje del Grial, Abdrushin aclara: “El concepto humano según el cual existe un alma complementaria para cada hombre es, en sí, exacto, pero no en el sentido de una disociación previa. El alma dual no es más que un alma adaptada a otra. Es decir, un alma que ha desarrollado precisamente aquellas facultades que la otra alma ha dejado adormecer dentro de si. Por eso es que la una complementa a la otra, resultando de ello un trabajo en común de todas las facultades del espíritu, tanto las positivas como las negativas. Ahora bien, no existe un alma única como complemento de otra, sino que existen muchas, de manera que un hombre que quiera encontrar su complemento no está reducido a buscar un ser humano único y perfectamente determinado. Podrá encontrarse con muchos de ellos, en el curso de su existencia terrenal, sólo con mantener despierta y pura su facultad sensitiva.”
Podemos entonces, encontrar la adecuada persona para una vida feliz en conjunto si mantenemos encendida nuestra facultad intuitiva, y también si abrimos mano, finalmente, de las infames condiciones previas, establecidas apenas por sofismas intelectivos. Hay muchas almas que combinan perfectamente con varias otras. La búsqueda es que necesita darse en una base diferente de la actual.
(Conozca la literatura del Grial publicada por la Ordem do Graal na Terra. Ingrese a: http://bit.ly/1u52Cg0).