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En el mundo, todo es impulsado para el desarrollo continuo, en permanente movimiento. Movimiento progresivo, de modo natural. La teoría de la evolución de las especies, postulada por Darwin, solo hizo comprobar que todo en la obra del Creador, ahí incluidas Sus criaturas, se encuentran dentro de un permanente movimiento impulsador, rumbo al desarrollo y perfeccionamiento ininterrumpido.
¿Todo?…No, no todo. Para las criaturas dotadas de libre albedrio, como es el caso del ser humano, eso solo se verifica cuando este se inserta incondicionalmente, por voluntad propia, dentro de las leyes de la Creación. Caso decida no observarlas, entonces permanecerá estancado y, en la secuencia inevitable de su voluntad errada, decaerá en su desarrollo anímico y espiritual (http://bit.ly/1XnAEdJ).
Estamos en la Tierra para aprender por medio de vivencias y, así, desarrollamos nuestro espíritu, nuestro “yo” más profundo (http://bit.ly/2alePYJ). Este es el objetivo primordial, la meta suprema de cada vida terrena y también en los mundos del Más Allá. Para tal meta siguen aquellos individuos que se mueven espiritualmente, que, por tanto, se insertan sabiamente en las leyes universales que impulsa todo hacia el desarrollo.
Mientras estemos aquí en la Tierra tenemos la prerrogativa, o mejor, el deber de buscar el desarrollo de todo nuestro ser, tanto en el ámbito físico como en el espiritual. En el ámbito físico, debemos observar la adecuada alimentación y el movimiento, tanto para el cuerpo como para la mente. Para la mente, significa fomentar la cultura, sin sobrecargarla de cosas inútiles. Una persona que se preocupa en perfeccionar la propia cultura demuestra respeto y gratitud para con su Creador, por la dadiva de la vida. Ella busca obtener cultura para que, de ese modo, pueda contribuir de modo más eficaz para el desarrollo del ambiente terreno.
Por otro lado, de nada vale obtener cultura solamente para sí, acumulando cantidades de conocimientos e informaciones. Este es un procedimiento egoísta, típico de quien busca deleitar-se con el placer del conocimiento. No es diferente de aquel que junta el máximo de bienes y valores apenas para disfrutar de la propia riqueza (http://bit.ly/29DYrqw). O del placer que un glotón experimenta delante de una mesa abundante.
Quien busca obtener cultura solo por la cultura muestra que está sometido a las directrices de su raciocinio, y no más de la intuición, que es la voz del espíritu. Tal persona se sentirá engrandecida con su cultura aumentada, procurará enaltecerla con un palabreado difícil y exteriorización de conceptos complicados. Despreciará también todo lo que es simple, sin poder comprender jamás que la verdadera grandeza reside únicamente en la simplicidad.
Así como el dinero, la cultura solo adquiere valor real cuando utilizada para el progreso del ambiente y de los semejantes. Aquel que busca culturizarse para colaborar en la evolución de la humanidad nunca despreciará lo que es simple, ni tampoco se expresará de modo difícil. Al contrario. Hará accesible a un gran número de personas, con conceptos simples (no simplones), lo que puede asimilar de conocimiento útil.
Fomentar la cultura propia en pro del bien general constituye una importante parcela del proceso de ennoblecimiento de un espíritu humano.
(Conozca la literatura del Grial publicada por la Ordem do Graal na Terra. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)