Reading time: 3 minutes
Cuando hizo surgir la maravillosa obra de la Creación, el Omnipotente Dios dejó impresa en ellas Su Voluntad en forma de disposiciones inflexibles y auto actuantes. Esas disposiciones, que pueden ser denominadas reglas o leyes, cumplen automáticamente Su Voluntad perfecta, poco importando si las criaturas que viven dentro de la obra las reconocen o no, si dejan guiarse por ellas o no.
Sin embargo, si los seres humanos – que son criaturas como cualquier otra – buscan conocerlas y vivirlas, eso solo les será de provecho. Por cierto, hace parte del proceso de desarrollo de la criatura ser humano interesarse finalmente por la voluntad de Quien le concedió la vida, y buscar vivir de acuerdo con ella. Es señal de respeto y evidencia viva de gratitud. Los animales ya viven automáticamente dentro de las leyes, nadie necesita enseñárselas. Pero el ser humano dispone de libre albedrío, como característica básica del espíritu, de modo que necesita antes direccionar su propia voluntad para conocer y cumplir esas leyes universales. Él tiene que primero manifestarse en ese sentido.
Las leyes funcionan como una inmensa corriente que atraviesa toda la Creación, y también las criaturas que en ella habitan. Traspasan todo y mantienen todo. Vivir en conformidad con ellas equivale a nadar a favor de esa corriente. Con eso, la vida se torna agradable y alegre, plena de reconocimientos, pues la corriente ayuda a la respectiva persona a nadar por la existencia, la lleva para una evolución espiritual permanente.
Lo inverso acontece para quien no se importa en conocer esas leyes, o trata de vivir en contraposición a ellas. No conseguirá avanzar ni evolucionar, ya que busca nadar en sentido contrario a la corriente, que sigue su camino imperturbablemente, no deteniéndose delante de nada. Un tal nadador inepto no conseguirá salir del lugar dónde se encuentra, más quedará cada vez más cansado en su esfuerzo inútil, hasta que, exhausto, será arrastrado por la corriente y lanzado para afuera, hacia la orilla, lo que, en lo mínimo, le causa escoriaciones dolorosas.
Cuanto más el individuo reconoce la necesidad de saber de las leyes y nadar a favor de la corriente, tanto más bella y facilitada será su jornada en el recorrido del rio de la vida. Todo lo errado, todo el mal se desviará de él y permanecerá alejado, de modo natural. No es necesario enfatizar cual debe ser nuestra elección y nuestra disposición…
Sobre eso, dice Abdruschin en su obra “En la Luz de la Verdad”, el Mensaje del Grial:
“Respetad de una vez las leyes naturales tal como son realmente, en su simple y, por tanto, soberana grandeza. Adaptaros a ellas y vivid en consecuencia; orientad en esa dirección vuestros pensamientos, obras y costumbres dentro y fuera de la familia; en suma, sed naturales en el sentido más puro, con lo que también seréis felices. Así la vida malsana huirá de vosotros, la honradez volverá a reinar en vosotros y entre vosotros, y os ahorraréis numerosas e innecesarias luchas del alma, meras consecuencias de esas falsas ideas que, a menudo, os importunan durante toda vuestra vida terrenal atormentándoos.”
Con el alma abierta, los sentidos aguzados, y la voluntad interior direccionada únicamente hacia el bien, seremos capaces de reconocer las leyes de la Creación y vivenciar su actuación, pues la corriente de la vida nos atravesará, fluirá y nos conducirá a una concientización espiritual creciente. Y con eso, la vida malsana también huirá de nosotros para siempre.
(Conozca las obras literarias publicadas por la Ordem do Graal na Terra. Ingrese a: bit.ly/libros-OGT).
________________________
Verifique las publicaciones de esta página ya convertidas en audio ingresando a las plataformas que siguen:
● Clyp: bit.ly/Clyp-EDSM
● SoundCloud: bit.ly/Sound-EDSM