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La Ley de la Reciprocidad, o Ley de Retorno, siempre trae de regreso al individuo, tarde o temprano, todo lo que él mismo insertó en el mundo con sus acciones, palabras, pensamientos y sentimientos. No hay excepciones en ese proceso.
Sin embargo, un retorno de karma negativo no necesita abatirse con toda su intensidad sobre su generador. Si en ese medio tiempo la respectiva persona llegó a un mejor reconocimiento, si buscó redirigir diligentemente su voluntad siempre en el sentido del bien, entonces ella consiguió con eso también un escudo protector contra malos efectos recíprocos de tiempos pasados. La propia Ley de la Reciprocidad permite, en tales casos, que un karma muchas veces pesado, pueda ser redimido simbólicamente.