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Incluso cuando las concepciones y convicciones sobre temas importantes de la vida ya están bien sedimentadas en nuestro interior, a punto de que nos parezcan absolutamente inmutables, hasta monocromáticas, de tan obvias, aún así necesitamos dejar siempre abierto el portal del alma para la recepción de nuevas experiencias y vivencias externas, las cuales pueden aclarar y perfeccionar aún más lo que ya asimilamos como verdadero, aunque no cambien su esencia.