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Serie Diálogos
5) La Desconfianza
— Creo que es solo una impresión…
— ¿Cómo? ¿Impresión?
— Sí, impresión, algo no real, ¿entiendes? Tú estás impresionado por estar leyendo demasiadas noticias, eso es. Desconéctate un poco, anda a hacer otras. Date un tiempo.
— No sé, no sé… Es muy extraño.
— (suspiro) ¿Qué es lo que es extraño?
— Toda esa desconfianza… Parece que en todos los lugares está impregnado de eso. Si observas bien, todo lo que es malo en los días de hoy, o mejor, todo lo que el ser humano hace de malo en los días actuales tiene como base alguna desconfianza. En el fondo, siempre tiene.
— ¿Por ejemplo?
— Esa guerra horrible, las peleas políticas…
— Toda guerra es horrible.
— Bueno, tienes razón. Entonces: esa guerra, las provocaciones diarias que las grandes potencias hacen entre sí, el caos económico, todas esas enfermedades…
— Espera un poco, ¿qué es lo que la economía tiene que ver con la desconfianza?
— ¿Y no tiene? Si produces alguna cosa y aumentas el precio es porque desconfías que la inflación continuará subiendo.
— Eso no es desconfianza, amigo, es solo una posición comercial estratégica.
— Bueno, que sea así entonces, ¡pero yo siento que la desconfianza está realmente creciendo en todo en nuestra vida, en todo!
— Enfermedades también no tienen nada que ver con desconfianza. Por cierto, encuentro medio extraño todas esas noticias sobre eso…
— ¿Estás viendo? ¡Es lo que estoy diciendo!
— No entendí.
— Estás desconfiado de las noticias, no crees en ellas. Probablemente también desconfías de las vacunas como tanta gente últimamente, del proceso electoral… ¿Quieres más?
— Solo dije que encuentro algo extraño, solo eso.
— No, la desconfianza está em todo. Personas que yo tenía como amigas leales de toda la vida, absolutamente equilibradas, de repente pasan a presentar un comportamiento raro, desconfiando de todo y de todos.
— ¿Y como tú sabes que es desconfianza?
— ¡Ah seguro! Es solo ver la manera de ellos, la mirada, el tono de voz, no dan la cara y sin ninguna explicación, todo, en fin. Ni siquiera se dan el trabajo de justificar sus actitudes. Eso me parece pura desconfianza. Ellos simplemente desconfían, desconfían y desconfían, de todo y de todos.
— Puede ser que tú también hayas hecho algo raro y no lo notaste, y luego esa reacción de esas personas de las que estás hablando.
— Sí es posible, estoy de acuerdo. ¿Pero en ese caso sería un problema solamente conmigo, no es así? Pero dudo que sea solo yo o algunas pocas personas que están constatando eso en sus relacionamientos. Es un enojo continuado y sin causa en todas las partes, un mal humor permanente de toda la gente, o casi toda la gente. Algo muy raro está pasando. En verdad, es una desconfianza generalizada. ¿Contigo no pasa la misma cosa? ¿O algo parecido?
— Bueno… Creo que un poco… Sí, creo que sí… Las personas con las que tengo contacto parecen más enfadadas últimamente. Sí, estoy de acuerdo. Pero no creo que ellas estén “desconfiando” de mi o de otras personas, no creo que esa sea la causa.
— Y entonces, ¿cuál sería?
— No sé… ¿Tal vez influencias cósmicas nefastas? ¡Dicen que el tal Nibiru está llegando por ahí! (risas). Yo no sé. Pero creo que estás exagerando. ¿Será que no eres tú que estás desconfiando también de todo y de todos?
— Mira, hasta ya pensé em eso. Pero me esfuerzo para no ser así. ¡Realmente! Si esa desconfianza generalizada me hiere tanto, entonces no quiero causar el mismo efecto, el mismo daño a mi semejante, ¿entiendes? No quiero causar la misma impresión mala a ellos. Busco no desconfiar de nadie, pero sin abrir mano de la vigilancia.
— ¿Vigilancia? Creo que sé. ¿Sabes lo está pareciendo? Que estás un poco creído, mirando por encima de las personas y emitiendo un juicio general.
— ¡No, no, de ninguna manera! Solo estoy contando algo extraño que estoy vivenciando y sintiendo. ¡No estoy juzgando a nadie!
— ¿Ah no? ¿No realmente? ¡Estás ahí sintiendo “algo raro” como dijiste y buscando el motivo en todas las personas, menos en ti!
— ¡Pero es exactamente lo contrario! ¡Yo te dije que hice un análisis interior, que miré primero hacia dentro de mi para ver donde estoy errando, y que llegué a la conclusión de que necesito esforzarme para no desconfiar de nadie!
— Me parece un esfuerzo no muy honesto. Creo que te estás creyendo lo máximo.
— ¿Qué? Pero, ¿qué estás hablando? No tiene ningún sentido esa tu, tu…
— ¿Desconfianza?… Mira, la conversación está muy buena, o mejor, no está nada buena, pero ahora necesito irme.
— ¿Ya te vas? Pero fuiste tú que me llamaste para esta conversación…
— Sí, pero lo que pasa es que tengo otras cosas que hacer y, también ya es un poco tarde. ¿Sabes? En verdad, esta conversación me cansó un poco. Me voy.
— ¡Oh! ¿Entonces te vas? Bueno. ¿Quieres seguir conversando otro día? Entonces me llamas.
— No, no más. Y no necesitas entrar en contacto conmigo por algún tiempo, ¿está bien?
O por mucho tempo. Chao.
— ¡Vaya! ¿dije alguna cosa errada? ¿Qué pasó? ¡Oye, espera! Por lo menos vamos arreglar nuestras diferencias por aquí. ¿Espera!… (pausa en silencio) Bueno, entonces, chao.
— Chao para ti también.
Roberto C. P. Junior
(instagram.com/robpucci/)
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