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Encontradas las mínimas condiciones, las semillas de la naturaleza siempre desabrochan para la vida, sin titubear.
Así también debe actuar el ser humano en su pasada por la Tierra, dejando brotar y desarrollar las aptitudes espirituales latentes que trae en sí (http://bit.ly/28Xk3gE), en cada situación con la que se encuentre, sea ella favorable o no. De ese modo, el propio desabrochará también poco a poco para la verdadera vida, la eterna, como espíritu plenamente consciente.