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En el año de 1902, un renombrado astrónomo y matemático europeo aseguró que objetos más pesados que el aire no podrían volar. Vuelos en máquinas eran inviables, aseveró, y aún probó matemáticamente que era un sueño imposible. Santos Dumont y los hermanos Wright no sabían que era imposible; por eso, fueron allá e hicieron sus máquinas voladoras.
El simpático escarabajo, tan conocido nuestro, también no sabe que por los principios de aerodinámica no puede volar. El obstinado insecto no tiene la menor idea de que la relación entre su peso y el tamaño de sus alas, considerando aún el largo del cuerpo, hacen imposible su vuelo. Como él no sabe nada de eso, vuela.
Mucha cosa que se tiene como imposible o impracticable solo es considerada así porque aún no fue hecha. Y fracasos iniciales no significan que algo aparentemente imposible no pueda ser realizado.
Thomas Edison hizo más de mil intentos para desarrollar la ampolleta eléctrica, sin éxito. Cuando uno de sus colaboradores le preguntó si no se desanimaba con tantos fracasos, el inventor respondió simplemente que ya conocía más de mil maneras por las cuales la ampolleta no funcionaba.
A rigor, imposibles son apenas cosas que se contraponen a las leyes de la Creación (http://on.fb.me/1MkBS4L), como por ejemplo, la ilusión de una absolución arbitraria de los pecados. Pero milagros verdaderos pueden efectuarse, porque no están en desacuerdo con esas leyes (http://on.fb.me/1I16c0T).
Todo lo que está en conformidad con esas leyes universales puede, por tanto, hacerse realidad un día, cuando los medios y el tiempo para eso haya llegado. Así, no es utopía imaginar que llegará una época en que seres humanos renovados, renacidos en sí mismos, vivirán apenas para la alegría de sus semejantes, cumpliendo de la forma más natural el “ama tu prójimo como a ti mismo”. O… ¿parece un milagro imposible?
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)