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Al contrario de lo que se imagina, el concepto de Karma no está vinculado exclusivamente al espiritismo, o aún al hinduismo o budismo y otras filosofías orientales, más también a toda doctrina que enseña, de un modo o de otro, que el ser humano es plenamente responsable por sus actos, visto que todo a él retorna inapelablemente, más temprano o más tarde. Así, el Karma también está inserido en la doctrina cristiana, aunque no aparezca con este nombre. Basta que se substituya “Ley del Karma” por: Ley de la Reciprocidad, Ley del Retorno, Ley de Causa y Efecto, Ley de la Siembra o Ley de la Cosecha (http://on.fb.me/1fojJ8D).
Jesucristo anunció esa ley básica de la Reciprocidad, que es la guardiana del Orden en la Creación de su Padre, con las siguientes palabras, transcritas por Pablo en su carta a los Gálatas: “¡No os dejéis engañar, de Dios nadie se burla, pues todo lo que el hombre siembre, eso también cosechará!” (Gl6:7). Note que él no dijo “podrá cosechar”, o “tal vez coseche”, pero si afirmó taxativamente: “cosechará”, sin medio término, sin elección, sin escapatoria.
El Maestro volvió a mencionar la actuación de esa Ley de la Cosecha, o Ley del Karma, cuando aprisionado por los soldados romanos. En aquella ocasión, uno de los que estaban con él sacó una espada y cortó la oreja de un siervo del sumo sacerdote, que acompañaba a la guarnición romana. La advertencia del Maestro a ese respecto no podría ser más clara: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán.” (Mt26:52).
No por otra razón, cuando algunos de sus oyentes comenzaron a comentar entre si sobre los galileos supliciados por Pilatos, él luego los cortó ásperamente, avisando que, si no se arrepintiesen, perecerían todos ‘de la misma forma’ como los que habían sido muertos por el alcalde romano y los soterrados por la torre de Siloé (cf. Lc13:1-5).
Con su aclaración sobre la Ley de la Reciprocidad, el Hijo de Dios no trajo nada de revolucionario, más apenas enderezó y reiteró lo que siempre existió desde el principio. Él mismo siempre hizo varias veces referencias a “todo lo que está escrito”, conforme se puede constatar en los evangelios de Mateo y Marcos.
Su mensaje de amor no tenía el propósito de derribar las leyes del Antiguo Testamento, más, al contrario, de aclarar lo que había permanecido correcto y lo que fue apenas moldeado y alterado por el raciocinio deformado. Él hizo eso para que esas leyes se tornasen una base sólida para la efectuación del Amor de Dios, que era él propio: “No penséis que he venido para derogar la ley o los profetas; no he venido para derogar, sino para cumplir.” (Mt5:17).
La ley a que Jesús se refiere ahí eran, pues, las disposiciones del Antiguo Testamento, que también ya traían bien nítidamente el concepto de Karma o de reciprocidad, conforme puede ser constatado en los ejemplos que siguen:
- El que derrame sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramado. (Gn9:6);
- Como hiciste, así se hará contigo: tu mal hecho se volteará sobre tu cabeza. (Ab15);
- Aquellos que cultivan la iniquidad y siembran la miseria son también los que las cosechan. (Job4:8);
- Su maldad se vuelve contra él, sobre la cabeza le cae la propia violencia. (Sl7:17);
- El Señor me trató conforme mi justicia, me retribuyó según la pureza de mis manos. (Sl18.21);
- La justicia de los rectos los librará, más los pérfidos en su codicia serán atrapados. (Pv11:6);
- El hombre misericordioso se hace bien así mismo, pero el cruel así mismo se hace daño. (Pv11:17);
- El que persiste en la justicia alcanzará la vida y el que va en pos del mal, su propia muerte. (Pv11:19);
- El que con diligencia busca el bien, se procura favor, pero el que busca el mal, este le vendrá. (Pv11:19);
- Por el fruto de su boca cada cual se saciará de bien, y las obras de las manos del hombre volverán a él. (Pv12:14);
- Quien siembra injusticia, recoge desgracia. (Pv22:8);
- El que cava un hoyo caerá en él, y el que hace rodar una piedra, sobre él volverá. (Pv26:27);
- El justo es feliz, pues comerá el fruto de sus acciones. Infeliz es el malo, ay de él, pues será tratado según merecieron sus actos. (Is3:10, 11);
Cambian a través de los siglos las formas como la Ley del Karma es expresada, sin embargo su contenido permanece para siempre inalterado:
“¡EL DESTINO DE LA CRIATURA HUMANA ES FORMADO POR ELLA PROPIA!”
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