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Quien cultiva dentro de sí una firme voluntad para el bien, recibe automáticamente refuerzos de igual especie, los cuales fortalecen aún más la buena voluntad original. De ese modo, la criatura humana desabrocha poderosamente hacia arriba, cada vez más, siguiendo el camino ascendiente de la evolución espiritual, distribuyendo belleza y bendiciones a su alrededor. Se torna verdaderamente un “espíritu bienaventurado”, libre de todos los males y propensiones (http://on.fb.me/1EdZy3K).
No obstante, la bienaventuranza de un espíritu libertado no implica apenas buenos efectos retroactivos, pero trae consigo también el sentido de “protección” contra eventuales retornos kármicos negativos, generados en otras épocas.
Un karma pesado (http://on.fb.me/18Q6rhC), listo a realizarse a través de un efecto malo, no necesita abatirse con toda su potencialidad sobre la persona que lo generó. Aún en esta situación de grave peligro, la criatura humana no está desamparada, no está indefensa. Aunque aquí es ella propia a determinar su destino.
Como ella mejoró por esfuerzo propio, como ascendió espiritualmente de nivel, entonces no trae más consigo la misma especie mala y pesada de retorno kármico negativo. No puede más ser alcanzado integralmente por el karma malo por el simple hecho de que espiritualmente no se encuentra más allá abajo, en aquel mismo nivel de cuando lo generó por medio de cualquier actuación errada. El efecto kármico dañino solo podrá afectarla de modo muy débil, bastante atenuado, hasta simbólicamente, con lo que entonces será redimido de la misma forma.
Exteriormente, esa situación se presenta como si una tal persona estuviese protegida con un escudo invisible contra las adversidades más graves de la vida. Fue ella misma, sin embargo, que permitió la formación de un tal escudo de protección, con sus esfuerzos sinceros en dirección de la Luz.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)