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La persona que siente en el alma el anhelo por la evolución de su espíritu, no preguntará antes si las condiciones exteriores le son favorables. No reclamará si no recibe apoyo o comprensión de quien quiera que sea, ni esperará que las cosas mejoren antes de moverse interiormente.
Ella simplemente se esforzará espiritualmente hacia el alto con todas sus fuerzas, con todas sus capacitaciones y, con eso, florecerá admirablemente, para el bien de ella misma y de su ambiente.