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En nuestra época es un consenso casi unánime que, para que un fenómeno pueda ser plenamente comprendido, antes, es necesario examinarlo con el raciocinio. De otra forma no se concibe el conocimiento. Pero el raciocinio es, una herramienta estrictamente vinculada al espacio y tiempo terrenos, y, por eso, muy restricta. Nunca será diferente. Jamás podrá dar al espíritu humano el saber abarcador que se sitúa más allá de los límites de la vida material.
Tómese, por ejemplo, el concepto a respecto de la belleza. A la mención de esta palabra aparecen en el interior de personas más evolucionadas imágenes de bellos paisajes y sonidos de la Naturaleza, mientras que en otros se forman solamente rostros de ‘modelos top’ y de artistas de cine. Pero, más adelante no se va, solo hacia atrás y hacia abajo, pues la mayoría considera como belleza incluso el sensualismo y la lascivia. Con pocas variaciones, el concepto de belleza se reduce a esas conceptuaciones en la época actual.
Claro que podemos llamar a la Naturaleza de bella. Ella es bella y siempre será, pues, su formación no está sujeta a la influencia humana. La Naturaleza, por cierto, solo se degrada de algún modo cuando el ser humano pone su mano sobre ella, provocando desequilibrios en múltiples formas. Sin embargo, la belleza de la Naturaleza a nosotros visible es solo una parte diminuta de la indescriptible magnificencia reinante en la obra de la Creación, de inconmensurable grandeza, y de la cual la materia constituye solamente el último y más denso plano.
En cuanto a la belleza física, es de causar espanto la importancia desmesurada que ella disfruta, tan efímera que es. Algunas pocas décadas ya son suficientes para que se desvanezca en medio de arrugas, dobleces flácidos, pigmentos seniles y canas. Que angustia entonces, absolutamente desnecesaria y despropositada, trae el proceso natural de envejecimiento a tantas personas inconformadas con eso.
Quien quiera vivir rodeado de belleza tiene que construirla para sí. Y eso no es difícil. Basta que la respectiva persona se esfuerce en vivir de acuerdo con esas pocas y sencillas leyes naturales, buscando direccionar sus pensamientos, palabras y acciones siempre en el sentido constructivo, en el sentido del bien.
Los que pautan sus vidas de esa forma son siempre bonitos. Son aquellas pocas personas que parecen clarear el ambiente solo con su presencia silenciosa, y que atraen magnéticamente otras también poseedoras de virtudes buenas. Hombres que inspiran confianza y mujeres que irradian gracia. Seres humanos bellos en el más verdadero sentido, poco importando si son jóvenes o viejos.
Pero estos, infelizmente, son la excepción, y cada vez más rara. Gran parte de la humanidad es constituida de almas feas, sucias, realmente horribles, deformadas por el egoísmo, por la mentira, por la codicia, por la envidia y por el odio. Seres que, en mayor o menor grado, ensucian el ambiente y deforman el aire a su alrededor. Criaturas horripilantes en el más verdadero sentido, incluso si sus reflejos en el espejo puedan ser llamados de agradables.
Belleza física no traduce el carácter de una persona; belleza de alma, sí. Y lo que vale para las leyes primordiales es, exclusivamente, la belleza interna. Un alma bella será siempre el resultado natural de una voluntad interior pura, al paso que un alma se torna fea y disforme como consecuencia de malas intuiciones y de malos pensamientos.
La verdadera belleza no puede ser alcanzada con cremas, tratamientos rejuvenecedores y operaciones plásticas, sino por el esfuerzo del alma en vivir en la pureza (https://bit.ly/3e0XpWu). Y pureza, a su vez, reside en todo lo que proviene de la Voluntad del omnipotente Creador.
En el futuro, cuando el concepto de belleza haya sido enderezado a la fuerza, así como todo lo demás que la humanidad ha torcido en su ceguera espiritual, la Tierra volverá a ser habitada únicamente por seres humanos bellos, en la más completa acepción de este término. La vida entera volverá a ser bella, será tan maravillosa y linda como ya lo fue en el inicio. Y como debería haber permanecido.
Roberto C. P. Junior
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Serie Los Conceptos
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• El Concepto de Belleza: bit.ly/3wuk0Up
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• El Concepto de Servir: bit.ly/2YKBnuV
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