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Este es uno de los mandamientos más descuidados, justamente porque se cree como de fácil cumplimiento por cualquier persona de bien. Al fin y al cabo, personas de bien no son asesinas.
“¡No matarás!, dice el mandamiento fácilmente observado por el ciudadano correcto, consciente, cumplidor de sus deberes… ¡Pero no, falsamente observado, en realidad! Pocos, muy pocos se encuentran incólumes en relación a él.
Pues el mandamiento es abarcador, es amplio, no se restringe apenas a la idea más inmediata de sacar la vida de alguien. ¿Cuál individuo puede decir, por ejemplo, que nunca, jamás mató la confianza que otra persona depositaba en él? ¿Quién tiene absoluta seguridad de que nunca mató las capacitaciones que un hijo trajo al mundo? ¿O quien no mató las intuiciones nobles de un padre o de una madre? ¿Quién está absolutamente seguro de no haber, con una palabra impensada o un gesto inconsequente, asesinado el anhelo y la disposición de su semejante en ejecutar un trabajo que podría, tal vez, haber traído beneficios a muchos? ¿Quién está cierto de no haber estrangulado en el prójimo, mediante una crítica destructiva e impensada, la voluntad de él en transformarse en un ser humano mejor? ¿De dejar algo de útil en este mundo?
Todo eso son transgresiones directas al quinto mandamiento, sin ninguna atenuante. Asesinatos en el más verdadero sentido. Pues en todos esos casos, algo que encerraba verdadera vida fue muerto por alguien, sin piedad. No importa si ese tipo de homicidio anímico fue doloroso o culposo, consciente o inconsciente. Lo que era vivo, lo que estaba lleno de vida, listo para producir frutos, fue, si, asesinado.
“¡No matarás!” No matarás nada que traiga vida en su sentido más profundo, dice este mandamiento tan irresponsablemente ignorado, tan despreocupadamente transgredido.
Cuidemos de nuestras palabras y de nuestras acciones, para que no nos hagamos culpados en relación a este quinto mandamiento, por negligencia o ignorancia.
Infringir un Mandamiento de las leyes de Dios, cualquiera de ellos, ocasiona una culpa especial, cuyos efectos se desencadenarán tarde o temprano sobre el infractor, cuando de la efectuación de la infalible Ley de la Reciprocidad. Permanezcamos siempre atentos, siempre vigilantes, vigilantes en relación a nosotros mismos.
(Texto basado en la obra “Los Diez Mandamientos y el Padrenuestro”, de Abdruschin: bit.ly/LOS10MA.)
Roberto C. P. Junior
(instagram.com/robpucci/)
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Serie Los Diez Mandamientos
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Segundo Mandamiento: bit.ly/1ThaKqu.
Tercer Mandamiento: bit.ly/1SuRuDN.
Cuarto Mandamiento: bit.ly/1RxxSMX.
Quinto Mandamiento: bit.ly/1UAEyQK.
Sexto Mandamiento: bit.ly/1WVF0qa.
Séptimo Mandamiento: bit.ly/2uaEM6B.
Octavo Mandamiento: bit.ly/1SuSmbC.
Noveno Mandamiento: bit.ly/1WVFAUJ.
Decimo Mandamiento: bit.ly/1WVFKvk