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El ser humano es el único dueño de su propio destino. Con sus palabras, pensamientos e intuiciones, él proporciona los hilos con que el telar de Dios teje la alfombra de su destino. Es su prerrogativa inalienable, “escoger” lo que emite, pero después tendrá obligatoriamente que “cosechar” los respectivos frutos.
Es únicamente él mismo, siempre él mismo, quién decide lo que va a encontrar en sus caminos de peregrino a través de la Creación: dolor o alegría, sufrimiento o felicidad, enfermedad o salud, perdición o salvación. Él decide, él planta, él cosecha.
Vamos, pues, decidir con más sabiduría y plantar sólo felicidad (http://on.fb.me/1JXmSnJ). Actuando de este modo, obtendremos únicamente bendiciones.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”. Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)