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La intuición es la voz del espíritu, es su manifestación. Por eso, ella es la que debemos escuchar en primer lugar para poder direccionar nuestras vidas en el sentido correcto, en el camino de la evolución. Ya el intelecto, el raciocinio, es un producto del cerebro exclusivamente, debiendo ser apenas un instrumento en las manos del espíritu.
Espíritu comandando y raciocinio ejecutando. Espíritu dirigiendo todo por medio de la intuición y raciocinio cuidando de tornar realidad en el mundo físico la voluntad espiritual. Esa es la disposición correcta de las cosas. Pues somos seres de espíritu con un envoltorio material, y no simplemente cuerpos físicos dotados de inteligencia, necesidades y sentimientos.
El mayor error cometido por la humanidad en todos los tiempos fue haber invertido esos dos papeles, dando al raciocinio amplia supremacía sobre la intuición. A tal punto que, hoy casi no conseguimos más escucharla con claridad.
Y eso se transformó entonces en más un problema, en un enorme problema. Pues la mayor parte de las personas que aún se preocupan con la vida espiritual acaban tomando sus sentimientos y deseos como intuiciones, cometiendo así los mismos errores de las que se dejan guiar exclusivamente por el raciocinio.
Los sentimientos no provienen del espíritu. Ellos también son generados por el raciocinio, o sea, también son producto del cuerpo físico.
Lo que ocurre es que tanto los sentimientos como la intuición producen imágenes en el cerebro. La diferencia es que las imágenes generadas por la intuición son vivas y aparecen antes de los pensamientos, al paso que las imágenes producidas por los sentimientos son meras fantasías y solo aparecen después de los pensamientos, (ver la disertación “Intuición” en la obra “En la luz de la Verdad” de Abduschin).
Pero como la legitima intuición se encuentra muy debilitada actualmente, y el raciocinio, al contrario, muy fortalecido, los pocos que aún tratan de escuchar la voz de sus espíritus confunden muchas veces sentimiento con intuición, causando daños a sí mismos y a su ambiente, sin percibir el error que cometen.
Para saber si en una determinada situación seguimos realmente nuestra intuición, o si nos dejamos llevar por sentimientos y deseos basta examinar los resultados. Si con nuestra actitud “intuitiva” solo provocamos dolor, tristeza y lágrimas, sin contribuir en nada para la elevación del ambiente, entonces no puede haber sido la intuición quien dio las cartas. Pues la intuición, como voz del espíritu, siempre indicará un modo de actuación que redundará en un ennoblecimiento general, en un perfeccionamiento de todo, aún en los casos que se debe actuar con mayor asertividad.
¡Vela y Ora! Exhortó Jesús hace dos mil años (Mc 13:33). El cumplimiento de esta exhortación fortalece la intuición (http://on.fb.me/1KgzuvB), haciendo que sea más clara y más audible, librándonos de ser engañados por nosotros mismos, a través de nuestros meros sentimientos.
(Conozca las obras literarias publicadas por la “Ordem do Graal na Terra”.
Ingrese a: http://bit.ly/1XjNebF.)