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Vivimos en una época crucial de la historia. Un tiempo en que todo cuanto dormitaba en el alma humana está siendo despertado para la vida, fortalecido, impulsado para el desarrollo y fructificación, para que se muestre como realmente es y, de esa manera, se juzgue a sí mismo. Eso vale tanto para las cosas buenas como las malas, para gérmenes del bien o del mal. Por eso, si aún hay una simiente de virtud escondida en un alma endurecida por cualquier motivo, ella también brotará, crecerá y se evidenciará ahora, pudiendo indicar al corazón hasta entonces endurecido el camino de abertura a la Verdad plena.