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La palabra hebrea ‘almãh’, que aparece en la Biblias cristianas como “virgen” para designar María, madre de Jesús, significa literalmente: “doncella o muchacha en edad de casar”.
Es en ese sentido de juventud femenina que el término es usado en el Antiguo Testamento, como indican estos ejemplos: “he aquí, estoy parado junto a la fuente de agua; que la doncella que salga a sacar agua, …” (Gn24:43); “Y la hija de Faraón le respondió: Sí, ve. Y la muchacha fue y llamó a la madre del niño” (Ex2:8); “…y el camino del hombre con la doncella” (Pv30:19); “…Los cantores iban delante, los músicos detrás, en medio de las doncellas tocando panderos” (Sl68:260).
La palabra que en hebreo indica el concepto de virgen propiamente es otra completamente diferente: ‘betûlãh’, tal como usada en la designación de la joven Rebeca, en el Genesis: “La joven era muy hermosa, virgen, ningún hombre la había conocido;” (Gn24:16). Y también en la historia de las jóvenes de la localidad de Jabes, en el libro de Jueces: “Y hallaron entre los habitantes de Jabes a cuatrocientas vírgenes que no se habían acostado con varón;” (Ju21:12).
Cuando la Biblia fue traducida del hebreo para el griego de la versión Septuaginta, la palabra ‘almãh’ fue traducida para ‘parthenos’, que rigurosamente indica cualquier joven o muchacha no casados y, por eso, considerados vírgenes. En el griego antiguo, ‘parthenos’ tenía propiamente el sentido de muchacha o joven, que normalmente serían vírgenes, pero no obligatoriamente.
En la posterior traducción de la Biblia para el latín, a partir del griego, ese matiz fue desconsiderado y el término hebreo original ‘almãh’, indicativo de joven núbil, pasó a ser traducido directamente en algunos pasajes como “virgo” (virgen en latín), porque los cristianos ya creían en el nacimiento misterioso de Cristo.
Así, en la versión oficial de la Biblia en latín, la Vulgata de la Iglesia, el concepto principal de doncella fue definitivamente alejado y ‘almãh’ deliberadamente traducido como “virgo”. Esa falla, naturalmente, pasó después para las Biblias en lenguas modernas.
El efecto más grave de esa mistificación se encuentra en el trecho en que Isaías anuncia el nacimiento de Imanuel, citado por Mateo en su Evangelio. La profecía original de Isaías dice textualmente lo siguiente: “Por tanto, el Señor mismo os dará una señal: He aquí, una joven concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Imanuel” (Is7:14). Ahora, el mismo trecho citado por Mateo aparece de esta forma: “He aquí, la ‘virgen’ concebirá y dará a Luz un hijo, [ecce virgo concipiert et pariet filium] y le pondrán por nombre Imanuel” (Mt1:23).
La citación de Mateo hace que la joven embarazada de Isaías vuelva a la condición de virgen, lo que comprobaría la suposición de un nacimiento virginal de Jesús. Además de eso, la “virgen” intercalada ahí ni siquiera se refiere a María, madre terrena de Jesús, sino a la madre de otra personalidad: Imanuel.
Extracto de la obra ‘Visión Restaurada de las Escrituras’, encontrada en idioma portugués: ‘Visão Restaurada das Escrituras’.
Volume I em PDF: bit.ly/odsa-visaorestaurada1
Volume II em PDF: bit.ly/odsa-visaorestaurada2
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