ACASOS NO SON COINCIDENCIAS
2 minutes En el mes de agosto de 1928, el médico inglés Alexander Fleming resolvió tener unas merecidas vacaciones. Él ya venía haciendo investigaciones con microorganismos desde el final de la Primera Guerra Mundial, diez años antes, cuando fue médico militar, porque había quedado horrorizado con la cantidad de muertes provocadas por heridas en combate. Desde entonces buscaba con ahínco alguna cosa que tratase las infecciones, principal causa de defunción de los soldados heridos. Dr. Fleming trancó la puerta de su laboratorio londinense y fue a descansar. Pero, con la prisa, acabó olvidando sobre Continue→